Los niños, las niñas, pueden mentir por distintas razones: si sienten presión; si quieren evitar un conflicto, porque les ha pasado algo vergonzoso y quieren mantenerlo oculto.
También pueden mentir por imitación. Un niño aprende imitando lo que ve. Si un integrante de la familia miente, es muy probable que también lo haga.
Puede mentir por miedo al castigo. Para evitar que los padres, profesores o alguna autoridad les llame la atención.
Es fundamental enseñarles el valor de la verdad. Que desde pequeños aprendan a apreciar la honestidad.
Hay que generar un ambiente de confianza donde puedan compartir lo que les pasa sin sentirse descalificados.
Conviene felicitarlos cuando reconocen sus errores. En este ambiente es más probable que se sientan seguros para platicar sobre sus problemas.
Si aprendemos a separar el hecho de la persona, vamos a dejar claro que hay conductas que no se pueden aceptar, pero que el cariño por la persona se mantiene. Independientemente de su comportamiento.
Se rechaza la conducta constructiva. Pero se respalda y acompaña a mejorar a la persona. Así, los hijos y las hijas, van a sentir que cuentan con el apoyo y el cariño incondicional de sus padres.
Para que los niños aprendan a reconocer sus errores, es importante que los padres de familia también reconozcan cuando se equivocan. Hay que predicar con el ejemplo.
Como decimos en ECCA: “Los hijos no obedecen. Imitan”. Por eso hay que prepararnos para ser mejores padres.
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ECCA: aprender para educar mejor
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