Compartir con otros padres de familia lo que estamos viviendo con nuestros hijos e hijas, puede ser muy útil. Escuchar las experiencias de otros y tener la oportunidad de hablar de lo que nos preocupa, nos ayuda a ubicar que eso que nos angustia es pasajero… Una etapa. Quizá muy difícil, puede ser. Pero, sin duda, también va a terminar.
El reto es ubicarnos para mantener la serenidad. Porque vamos a educar mejor si señalamos los límites con firmeza, sí, pero de forma tranquila. La seguridad que transmitimos es la que nuestros hijos necesitan aprender.
Si no tienes con quién compartir tus preocupaciones, intenta, al menos, escribirlas en un cuaderno. Puedes regresar después de un par de horas a leer nuevamente tu escrito. Y tal vez pueda servirte para identificar lo que más te preocupa, lo que te angustia y lo que te parece que está fuera de tu alcance.
Intenta volver a escribir sobre el tema pero esta vez, trata de no usar un solo adjetivo. Solamente describe los hechos. Eso ayuda mucho a enfocar con otra perspectiva el problema y, a veces, permite encontrar pistas para buscar soluciones.
Si crees que tu escrito es muy ofensivo o injusto, rómpelo. Ya cumplió su propósito: te permitio desahogarte.
Otro recurso muy útil y siempre a la mano es respirar lenta y profundamente. Pon toda tu atención en la forma como entra el aire y en la sensación que genera al salir. Es lo que se llama “respiración consciente” y siempre ayuda a tranquilizarnos.
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