La incertidumbre que estamos viviendo por el COVID-19 es un momento estresante para todos, incluidos los jóvenes.
Hay muchas cosas que podemos hacer para fortalecer nuestro organismo y nuestras relaciones.
Podemos empezar por el modo como definimos todo:
En lugar de “confinamiento”, hablemos de “retiro”.
No estamos “aislados” sino “protegidos”
Evita la queja y desarrolla la aceptación. Asume lo que exige esta realidad. ¿Sería mejor de otro modo? ¡Desde luego! Pero cambiarlo no está a nuestro alcance.
La lamentación también nos desgasta porque nos lleva al pasado o al futuro. A lo que “ya no es” o “aún no sucede” y lo importante, es enfocarnos en el presente para actuar en lo que sí está en nuestras manos.
Deja de lado el reproche y la recriminación y practica el agradecimiento. Todo lo que veamos puede ser motivo de reclamación o de gratitud. Cada quien elegimos qué actitud tomar ante la misma realidad.
Estos cambios de perspectiva nos aseguran una forma más agradable de vivir los días y de convivir con los demás. Fomentan el encuentro y la armonía. Ayudan a mantener el equilibrio.
Otras prácticas para proteger nuestra salud mental son:
Limita la cantidad de medios sociales y noticias que consumes. O, al menos, no las veas al iniciar la jornada ni justo antes de irte a dormir.
Evita rumores y desinformación. Infórmate mediante noticias de fuentes confiables.
Haz ejercicio. Es importante estar en movimiento y liberar el estrés.
Date un tiempo para estar en silencio. Disfruta de tu propia compañía y desarrolla la capacidad de hacer presencia.
Lee poesía. O lo que te guste. Un buen libro siempre es un recurso para ampliar horizontes.
Si es necesario puedes comunicarte con un especialista.
¿Qué actividades realizas para llevar mejor este tiempo?
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