En la relación de pareja hay desacuerdos y también puede haber discusiones. Por asuntos insignificantes o por temas importantes… Por eso es fundamental aprender a manejar las diferencias sin provocar un conflicto.
Algo fundamental es evitar discutir frente a los hijos.
Porque se van a preocupar y pueden sentirse angustiados. Sobre todo si son niños pequeños. Se pueden confundir y pensar que pelear es un buen modo de tratar las diferencias… Si la discusión se vuelve algo habitual, incluso puede llegar a generar problemas psicológicos.
Ver una discusión o una pelea entre los padres reduce su prestigio y perjudica la autoridad que necesitan como padres para educar y orientar a sus hijos. Por eso, no hay que discutir frente a los hijos.
Sabemos que es distinto “decirlo” que “vivirlo” pero intenta cuidar estos puntos para realmente resolver los problemas:
- Busca un lugar para hablar de los temas de conflicto donde no estén los hijos.
- Trata de mantener la serenidad. ¿Cómo lograrlo? Respira. Respira lenta y profundamente varias veces. Eso ayuda a tranquilizarte. Y te permite tomar distancia para no engancharte en la discusión.
- Habla de los problemas. Busca dialogar. Frases cortas para que la otra persona también pueda expresarse. Da espacio para terminar las frases. No levantes la voz. El grito distancia a las personas y lo que queremos, es lograr un acercamiento.
- Concéntrate en los puntos concretos y no recuerdes asuntos pasados ni hagas suposiciones de lo que puede pasar en un futuro.
- No uses las palabras “siempre” o “nunca”. Porque garantizan que aumente la discusión. Decirle a alguien que “siempre” es de un modo o que “nunca” hace tal cosa… puede ser ofensivo y no reconoce el esfuerzo que se pudo haber hecho buscando mejorar.
- Si es un asunto que se repite una y otra vez, quizá sea útil darte el tiempo de escribir los puntos principales de lo que consideras que hay que ajustar. Revisa el texto con cuidado, quitando los adjetivos para que puedas centrarte en los hechos.
- Date un tiempo para buscar una manera diferente de presentar tu punto de vista de forma que la otra persona pueda comprender mejor lo que propones.
- Algo fundamental… valora lo que realmente merece la pena discutir. ¿Vale la pena? ¿Es mejor que mantener la alegría y la paz de ese momento?
- Si te equivocas, reconócelo. Pide perdón. Discúlpate.
- No te estanques. Avanza y vuelve a confiar si hay disposición de la otra persona para rectificar y trabajar para formar una mejor relación. Perdona. Eso siempre libera.
Estos son algunos de los puntos que desarrollamos en los cursos de ECCA y por eso fortalecen la relación conyugal y familiar. Te invitamos a participar en ellos.
ECCA: aprender para educar mejor
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